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"Quiero reconocer que la pintura hondureña cuenta con una serie de nombres de los cuales se puede sentir orgullosa.
Esos nombres, troncos fundacionales que los libros de pintura consiguen, realizaron, cuando el momento histórico se los exigió, su aporte básico.
Respondieron y responden a una mística de exigencia indubitable.
El aleteo delicado y poético en las obras de Pablo Zelaya Sierra.
La fuerza y vitalidad de Confucio Montes de Oca y Álvaro Canales.
La penetración sicológica de Miguel Ángel Ruiz Matute.
El fulgor colorista de Mario Castillo.
La perfección de linea y explosión de luz en Sabillón y Visquerra.
El humor critico y el sarcasmo revelador de Felipe Burchard.
El trazo grueso, plano de sentido, en el expresionista a lo hondureño en Ezequiel Padilla Ayestas.
El afán inquisitivo y la exploración formal con fuertes marcas personales en Armando Lara.
La utopia de un mundo feliz en Antonio Velásquez y Roque Zelaya.
La plurisignificación del símbolo en Virgilio Guardiola.
El alarde técnico y la búsqueda interior en el mejor Luis Hernán Padilla.
El cuestionamiento permanente, a medio camino entre el figurativismo y la abstracción, en Anibal Cruz.
Y en la lista no podemos omitir a Moisés Becerra, Benigno Gómez, Dante Lazzaroni, Delmer Mejia y otros.
Varios de ellos ya tienen cerrada su cuota de trabajo.
Cumplieron ya las demandas de su particular momento de existencia.
La muerte -implacable- se encargó del inexorable papel de signadora del punto final y definitivo.
Otros, los más ya alcanzaron un punto de solvencia y su edad -vale decir, su vitalidad- permite suponer que la curva de su existencia productiva está en pleno desarrollo y esto nos autoriza a seguirles demandando nuevos aportes, nuevas soluciones, de cara a una exigente juventud ansiosa de encontrar ejemplos y respuestas.
Quiero pues, que mis palabras se tomen en el recto sentido de intención.
Que en alguna forma sean como un llamado de alerta hacia un futuro de mayor madurez y realización en un ámbito por todos amado; el arte pictórico de Honduras."
(Texto del 11 Encuentro de Autores Visuales por Helen Umaña).
"I would like to acknowledge that Honduras has a series of painters of which it can be proud.
When the historical moment so obliged them, these artist undertook as their basic contribution, to lay the foundations designated in painting books.
They responded and currently respond to a undoubtably mystic demand.
This includes: 1) the delicate and poetic flutterings in Pablo Zelaya Sierra's works; 2) the force and vitality of Confucio Montes of Oca and Alvaro Canales; 3) Miguel Anget Ruiz Matute's psychological penetration; 4); Mario Castillo's colorful glow; 5) the line perfection and light explosion in Sabillon and Visquerra; 6) Felipe Burchard's critical humor and revealing sarcasm; 7) the meaningful Honduran expressionism portrayed by Ezequiel Padilla Ayestas' thick stroke; 8) the inquisitive desire and formal exploration along with the strong personal bearings of Ammando Lara; 9) the utopia of a happy world revealed by Antonio Velasquez and Roque Zelaya; 10) the multipurpose symbolism of Virgilio Guardiola; 11) the technical urge and inner search found in the best of Luis Heman Padilta; 12) the permanent questionableness, half way between figurativeness and abstraction, in the work of Anibal Cruz.
In this list should also include Moises Becerra, Benigno Gomaz, Dante Lazzaroni, Delmer Mejia among others.
Many of them have already finished their work.
They have fulfilled the demands of their particular instance of existence.
Death relentless took charge of this inexorable role by signing the final and definite period.
Most of them have reached a point of solvency and their age -meaning, their vitality- allows one to assume that their productivity and new development may wan.
This authorizes us to continue urging them for new contributions, new solutions and to face a demanding youthful group of people anxious to find more examples and answers.
I hope that my words will be taken in the strict meaning of intent.
That in some way they can be like a warning call towards a future of greater maturity and fullness in the context loved by all: the pictorial art of Honduras."
(From the 11th Meeting of Visual Authors by Helen Umaña).
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